Sin embargo, una vez en casa puede que pasen tres cosas:
1.- Te van a la perfección, son preciosos, se ajustan a tus necesidades y además son cómodos y a todo el mundo le gustan. Son tus zapatos preferidos.
2.- Los primeros días van muy bien pero, al poco tiempo, empiezan a dolerte, te hacen heridas y te molestan mucho pero, como son los que has elegido y lo que andabas buscando, como además tienes mucho sentido del sacrificio, decides aguantar. Al final la recompensa, se adaptan a ti a la perfección y se vuelven los imprescindibles.
3.- No hay forma de aguantar eso. Te duelen cada vez que te los pones, te hacen heridas y te sangras. Tristemente te das cuenta de que por mucho que te hayan gustado simplemente no son para tus pies. Pero aún así les das la oportunidad, con tiritas, algodones y ..... nada; siguen igual. Entiendes que no son para ti y con dolor y melancolía los guardas, quizás con el tiempo......
Por lo pronto, esos, tus zapatos favoritos...... no te los puedes poner, puede que mas adelante....
A veces los contemplo y me alegro de verlos tan bien, aunque sean en otros pies que no son los míos
1 comentario:
Waoh... esto fue una leccion de vida...
Muy wena la coparacion!
Muacks!!!!!
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